sábado, noviembre 13, 2010

La boca que empape la cara... La risa que provoque miel ♪

Chinoy - Vamos los dos

Quisiera ser capaz de decir 'Vamos los dos' sin estar así de cagada de miedo (como siempre), de enfrentar a todo y a todos. Y no es que no quiera, es sólo que... En este preciso instante soy un cúmulo de hechos y sentimientos sin procesar. Temas de variada índole pero con el mismo nivel de importancia. Todo está unido y cada hecho afecta a la circunstancia total. A la actual y a la futura. Así debe ser, supongo. Me dejé caer despreocupada en este mar de cosas bonitas. Pero todo cae por su propio peso y ahora miro ese hecho desde abajo. No desde el fondo, eso no me lo permito. Es que hubo un tiempo en el que me importó poco o nada la repercusión que tendría lo que hacía, y basaba ( hasta justificaba) mi actuar en mi bienestar, en mi felicidad... No así en mi completa tranquilidad. Daba igual la culpa, lo bueno, lo malo. Importaba pasarlo bien, disfrutar los buenos momentos, generar lazos.... Hasta que sentí que todo se fue al carajo. De a poco la idea se iba desmoronando en mi cabeza (quizás en mi corazón también) como siempre ocurre. No dejo que las cosas sucedan porque tengo miedo. Miedo de lo que sigue, de lo que viene después y de no ser capaz de reaccionar como se espera a los hechos y decepcionar a alguien. Aún así, ésta vez quise atreverme a traspasar esa pared emocional que me impide avanzar. Intenté, de verdad. Pero las trabas las pongo sola. Y siendo esa la circunstancia, no culpo a la persona que quiera huir de este barco. No hay paciencia eterna y menos sin atisbo de esperanza de cambio. ¿Cómo es que siendo que quiero cambiar, que está a mi completo alcance de hacer, algo en mí no lo permite? ¿Será que no se puede hacer algo al respecto? ¿Es ésa la esencia de cada persona y ello no se puede cambiar?
Si la voluntad está, hay algo más que frena y no sé lo que es. Y mientras no lo descubra, arregle y cambie... Este barco seguirá sin capitán