lunes, junio 25, 2012

Remember


Sobre ese sillón están esos dos. El sillón es viejo pero no emite sonido. La luz es escasa, es posible sentir en el ambiente un sonido, un olor distinto. Ellos no se movían.
Ella sentada sobre él, sujeta su cara mientas él está mirando el suelo. ¡Mírame! -dice ella - No dudes de eso que piensas hacer. Sólo hazlo. Puedo ver en tus ojos cuánto me odias. Te sientes lleno de poder al tenerme ahora rodeada con tus brazos, apretada contra tu pecho sudoroso ¿Quieres que sienta tu control ¿Tu gran poder? Tu fuerza no me asusta. Él la miró. El sol de esta tarde logró colarse por la ventana. Su cabello lucía despeinado y ella lucía más hermosa de lo que podía recordar. Ella lo intenta besar pero él se resiste. ¿Crees que esto es un juego, una broma? - dice él - No te odio. No eres tan importante. Me gustas, es cierto, pero no tendrás mi interés por siempre. Lo sé - dice ella - Por eso vine hasta acá esta tarde. Él encontró esas palabras sin sentido. No le importó. Lo incentivaron a iniciar el ritual de despedida. Ésta es la última tarde que éstos dos se juntan a recordar viejos tiempos. Ya no es amor. Sentir al otro en la máxima excitación es estimulante. Ella sigue besándolo y dando órdenes con la voz cada vez más entrecortada por el esfuerzo. La falta de aire, la frecuencia, indican que la rabia tuvo efecto. Su piel nunca le pareció tan exquisita como en éste momento. Su aroma y la humedad de sus besos la llenaban. Es posible ver cómo se marcan los dedos de él en su cuerpo. La aprieta tan fuerte, como si quisiera que no escapara. Ella se acerca a su oído. Él reacciona rápidamente y la voltea contra el sillón. Ella suelta un gritito. Él sonríe, sabe que el papel de dulce princesa no le queda. No frente a él que la conoce hace tanto. El control que ahora posee le desfigura el rostro de placer. Luego de un momento ya está loco de poder, de placer, de deseo, de rabia. Todas esas emociones lo llevan al límite, a un limbo del cuál no quiere salir, en donde se da cuenta de lo esencial. La quiere. No es el control, es ella. Es su punto de equilibrio. Es esa húmeda comodidad, cálida, continua, que ahora ya no lo será. Lo quiere para siempre, a ella. Para permanecer. Va y vuelve. Ella dice algo que no entiende. Se levanta para poner música y camina hacia la cocina. Ella lo mira como llamándolo a terminar su tarea. Él sólo suelta una sonrisa y le lleva un vaso. Se sienta a su lado. ¿Tienes clase después? - No ¿Qué es esto? Pensé que era agua. No sé, pisco o tequila parece. Quedó un poco del otro día ¿Quieres agua? - Si. Y tú, ¿Tienes clase después? - No ¿Por qué preguntas? - No sé, tú preguntaste primero ¿Quieres saber si me puedo quedar otro rato? Él sonríe y la mira - Sé que te vas a quedar.